En el 2013 me fuí a visitar por primera vez un lugar donde ensamblan máquinas para hacer espresso y gracias a Giovanni Giaquinta tuvimos una experiencia increíble.
Cuenta la historia que en 1947 Bruno Dalla Corte era un joven entusiasta que comenzó a trabajar como técnico en máquinas de café de la empresa Cimbali. En la década de los 50, Bruno ganó la confianza de Faema, el propietario del grupo, y trabajó en la creación de la máquina de café espresso E61. En la década de los 60 Bruno logró una serie de centros de asistencia técnica autónomas, pero su mente creativa seguía trabajando sin descanso y posteriormente elaboró la innovadora tecnología de circulación del vapor.
En el 2001 Pablo, su padre Bruno y su hermana Elsa hicieron una nueva sociedad: Dalla Corte. La fuerte presencia de la familia se puede ver en el logo de la empresa. La firma elegante de Bruno se convierte en una parte integral de la marca de la empresa.
Revolucionar y evolucionar, es lo que los diferencias de la masas. Ellos evolucionaron la máquina de café espresso en el mundo utilizando la tecnología original de varias calderas. Al recorrer la línea de ensamble, pudimos ver el interior de una máquina y entender la importancia de separarlas.
Esta exclusiva tecnología multi-caldera lo que hace es proporcionar una temperatura constante y específica para café, y logra resaltar las características a su máximo. Yo salí enamorada de las máquinas.
La Fiaschetteria Italiana 1888, se debe por un hombre proveniente de la familia de los Biondi Santi al que se le atribuye la invención del Brunello di Montalcino, uno de los vinos más famosos de Italia. El lugar funciona como una cafetería y bar de vinos; es el lugar perfecto para ir por la mañana y tarde. Su decoración es Art Deco, todo es original: un contador, sofás de terciopelo rojo, espejos y mesas de mármol amarillo del siglo XIX. Hacen el café con una máquina FAEMA de 1960.
Este lugar se considera como una de las bodegas antiguas del brunello, lo que le da el mérito de estar en la lista de los locales históricos de Italia.
En esta visita a la cafetería lo que me gustó fue cómo me sirvieron el espresso: en una taza con tapa, para mantener su olor. El lugar tiene una escuela de barismo donde por tres horas y media de clase cobran 195 euros por persona.
El museo “Las Máquinas de Café” es la colección corporativa de Caffè Cagliari, histórica empresa de tostado en Módena con más de 100 años de tradición en el mundo del café. Es por eso que decidieron establecer este museo para compartir y hacer visible al público que la colección celebra y hace homenaje a lo más querido en Italia: el espresso.
Es una de las colecciones más grandes y completas del mundo de máquinas de café expreso: más de 100 ejemplares de gran valor histórico y estilístico que uno va descubriendo en el recorrido con un orden cronológico, desde las primeras máquinas de vapor en forma de columna de principios de 1900, pasando por las máquinas de palanca manual de café posguerra, y hasta los primeros modelos de flujo contínuo de los años sesenta.
Recorriendo el lugar se siente como un viaje cronológico desde la primera máquina de vapor, otras con un sistema de palanca manual de la posguerra hasta los modelos en los 60 y los actuales.
Todas las máquinas son originales y verdaderas obras de arte, totalmente funcionales de la tecnología y la industria del diseño italiano. Algunos nacen de lápices prestigiosos diseñadores italianos que fueron capaces de interpretar y adaptar a las máquinas de café las influencias sociales y artísticos de cada momento histórico.
Una historia que me gustó de la visita fue ver algunos letreros en la máquinas “crema natural”; como las máquinas de espresso usaban presión para extraer el café, el espresso salía con una crema y las personas pensaban que le adicionaron algo para que la crema se viera así, por eso tenía la rotulación de que la crema era natural.
En 1930, Antonietta, una mujer moderna y de gran determinación, fundó la Torrefazione Marchi- CostaRica.
Antonietta, en medio de la Segunda Guerra Mundial, se vio obligada a cerrar por falta de materias primas. Después de la Segunda Guerra Mundial tomó el comercio del café, por lo que su hija, Emilia, vuelve a abrir el tostado. Luego de los 50’s toma las riendas Camillo, hijo de Emilia, que tiene el conocimiento para crear y patentar el ‘Café de la Novia’, una mezcla obtenida por los ocho mejores tipos de Arábica producidos en el mundo y cuidadosamente seleccionados.
El lugar heredó la tradición de los cafés como puntos de reunión: en la que los poetas, intelectuales y artistas de la época hablaban de política y de la vida en general alrededor de una taza de café o chocolate caliente.
El día que lo visité estaba lleno, y la mayoría eran asiáticos. Yo ordené un marroquino, capuchino y lo mejor: un tiramisú que era un espresso + galletas de naranja + crema.
El buen comercio entre la República de Venecia y los musulmanes del Norte de África, Egipto y Oriente trajo una gran variedad de productos, incluyendo el café. En aquel tiempo en Venecia estaba el importante puerto europeo y los comerciantes venecianos introdujeron la bebida del café a las personas adineradas, cobrando sumas exorbitantes por la bebida. De esta manera, el café se introdujo en el continente europeo. En 1591 el botánico-médico veneciano, Prospero Alpini, se convirtió en la primera persona en publicar una descripción de la planta de café en Europa.
Florian es uno de los cafés más antiguos de Italia y el mundo, inaugurado en 1720 en la Plaza de San Marco. Además de ser el café más famoso, Caffè Florian fue el único lugar de encuentro de la época que admitió a las mujeres, lo que explica por qué Casanova lo eligió como su “coto de caza” en su contínua búsqueda de compañía femenina.
A principios del siglo XX, Caffè Florian introdujo “café-concierto” con una orquesta permanente que todavía hoy sigue agregando placer cuando se está sentado en una de las habitaciones o en el exterior. Me senté adentro a disfrutar del concierto con un espresso y chocolate caliente.
Trieste tiene una larga trayectoria con el consumo y tostado de café. Durante la Primera Guerra Mundial el húngaro Francesco Illy arribó a Trieste, y en 1933 formó su compañía que hoy en día es conocida mundialmente como el famoso Café Illy. Su sede todavía está en Trieste a cargo de la familia Illy.
Antes de que Illy llegara, el café ya estaba muy popularizado, un ejemplo de ello es el histórico Caffè Tommaseo, que abrió sus puertas en 1830. Se encuentra en la Piazza Tommaseo, en donde hay una placa en la pared que declara el café como “el Centro del Movimiento Nacional desde el cual se extiende la llama del entusiasmo por la libertad Italiana”, período en el que Trieste formaba parte del imperio de los Habsburgo.
Dicen los rumores que en 1830 Carolina Bonaparte, la hermana menor de Napoleón y la esposa del general Joachim Murat (Rey de Nápoles y Mariscal de Francia), compraron secretamente Caffè Tommaseo, en Trieste.
El café era un imán para atraer a una clientela tan refinada y con fuertes conexiones literarias y artísticas, como por ejemplo: James Joyce, Italo Svevo, Franz Kafka.
Fue restaurado y renovado en diciembre de 1997, haciendo énfasis en la tradición original del café vienés. El restaurante ofrece un servicio de pastelería, café, desayuno y sirve cócteles. Yo degusté un capuccino y un espresso.
En la Piazza San Carlo, el corazón de Turín, se encuentra el Caffè San Carlo. En un escenario lleno de historia, a la Piazza se le conoce con el nombre de “Salón de Turín” porque es un punto de encuentro central de la ciudad, lleno de cafés magníficos, el lugar para ver y ser visto al salir de compras o pasear.
El diseño de la cafetería lo transporta a un cuento de hadas, es como estar sentado en una sala de un castillo, oro en sus paredes, con un candelabro en el centro, tan grande como del tamaño de un carro. Las salas que lo componen son increíbles y deben su belleza a varios proyectos de renovación, que a lo largo de los años, y según los cronistas de la época, hizo el Caffè San Carlo de un “palacio real”.
Fue el primer restaurante en Europa con alumbrado de gas, con el objetivo de mejorar el interior. El Caffè San Carlo era también un lugar de encuentro e ideal para intelectuales, políticos, académicos, escritores, periodistas y artistas que discutían sus ideas para desarrollar los proyectos más arriesgados, o simplemente para relajarse.
La gloriosa historia de Caffè San Carlo experimentó un retroceso entre 1953 y 1963. El bombardeo de Turín, durante la Segunda Guerra Mundial, dañó severamente el techo de la sala principal. La restauración, que duró una década, permitió reemplazarlos con pintura al temple y preservar las decoraciones pintadas originales de los paneles laterales.
En el corazón de Turín se fundó en 1895 la primera cafetería Lavazza. Los locales de Torino visitan St. Thomas 10 para disfrutar de su tradición, las bellas imágenes, y las especialidades de este café.
El nombre ha sido el mismo por cuatro generaciones, Lavazza se atribuye a sí misma la invención del concepto de mezcla, “el arte de combinar diferentes tipos de café de diferentes áreas geográficas”.
Visitando la cafetería ordené un espresso y un café tiramisú, el cual me encantó.
Caffè Al Bicerin tiene más de 200 años y no se duerme en sus laureles, sino que se mueve con los tiempos, adornada por dulces y chocolates.
Su especialidad es el Bicerin, una bebida histórica de Turín que se creó en ese café y que guarda celosamente la receta tradicional. Es una exquisita bebida: una mezcla de espresso, chocolate y crema fresca. Se sirve en un vaso alto para que pueda admirar mezcla de colores. Y si quiere también puede pedir una orden de churros que combinan bien.